
Juan Pablo Rojas
Psicólogo y doctor en Humanidades por la Universidad Abat Oliba.
Creada en 2019, la Fundación Raíz Humana se dedica a la promoción de una sexualidad integral y acorde al desarrollo natural del ser humano. Sustentados sobre una aproximación antropológica realista y un enfoque científico basado en la evidencia, la fundación realiza conferencias, capacitaciones y asesorías a todo tipo de instituciones educativas. De cara a las familias, la fundación brinda orientación profesional a quienes atraviesan alguna situación relacionada con sexualidad, identidad o género, sugiere profesionales de mirada integral para la realización de psicoterapia y apoya económicamente los procesos psicológicos de las familias que lo necesitan.
Uno de los temas en el que más se ha especializado la fundación es la disforia de género, entendida esta como la incongruencia entre el sexo biológico y la identidad de género. Aunque los niños y adolescentes que cuentan con esta condición representan menos del 1% de la población, lo cierto es que en los últimos años han crecido en número y en visibilidad.
En este contexto, la fundación fue invitada a participar de un Congreso Internacional que se realizó en Finlandia los días 15 y 16 de junio de 2023. En esa ocasión se abordó la complejidad de la psicoterapia con jóvenes que presentan disforia de género, especialmente considerando que en varios países de Europa han empezado a prohibirse las terapias de transición médicas para menores de edad. En el Congreso expusieron expertos de la talla de Stephen Levine, Kenneth Zucker y Annelou De Vries, entre muchos otros.
El encuentro generó un diálogo fecundo, y permitió alcanzar tres conclusiones principales. En primer lugar, que es necesario darle mayor relevancia al proceso de diagnóstico y consentimiento informado. Algunos profesionales comentaron que en algunas clínicas se estaban indicando tratamientos de transición médica en apenas dos o tres sesiones, omitiendo la indagación apropiada en factores biológicos, sociales, familiares y psicológicos. Otros comentaron que muchos médicos no proveen a la familia de toda la información necesaria para la realización de un verdadero consentimiento informado, omitiendo que la calidad de la evidencia sobre los beneficios de las terapias hormonales es de baja calidad y ocultando los riesgos que la literatura científica ha documentado los últimos años.
La segunda idea que generó consenso fue la importancia de considerar la psicoterapia como tratamiento de primera línea ante los pacientes con disforia de género, en oposición a la costumbre de muchas clínicas de considerar la psicoterapia como optativa.
Finalmente, se advirtió que las medidas de transición social deben considerarse como una medida terapéutica que produce efectos psicológicos en los jóvenes con disforia de género. En ese sentido, no sería pertinente que la transición social sea ejecutada por profesionales que no son del área de la salud mental. La evidencia muestra que la mayoría de los jóvenes que comienzan la transición social acceden posteriormente a tratamientos de transición médica.
Esto nos lleva a pensar en el rol que tienen las instituciones educativas respecto de los alumnos que presentan o manifiestan algún tipo de problemática relacionada con la identidad de género. A la luz de las conclusiones del congreso resulta evidente que los colegios pueden hacer mucho daño si realizan diagnósticos equivocados o intervenciones de transición que no están alineadas con un tratamiento psicológico en curso. Por el contrario, todo indica que antes de tomar alguna decisión institucional es necesario derivar al alumno con un especialista en disforia de género que esté dispuesto a hacer un proceso de diagnóstico y consentimiento informado, y que además esté capacitado para hacer psicoterapia como tratamiento de primera línea, antes de considerar cualquier tipo de transición.